A medida que los años van pasando, las experiencias se van acumulando y con ellas, la caja de recuerdos se comienza a hacer chica.
Y es que hay tantas cosas que queremos recordar y que nos negamos a olvidar, que nos vamos aferrando a cuanto podemos para lograrlo.
Así, nuestros cajones se empiezan a llenar de papelitos, fotos, postales, dibujos y regalos (para los que tenemos niños) que son muy difíciles de organizar.
¿Cómo categorizarlos? Algunas alternativas pueden ser por hijos, por tipo de experiencias (viajes, aventuras, anécdotas), por año, por ocasiones (nacimientos, cumpleaños, navidades, aniversarios), por lugar (hospital, playa, campo, nieve), etc.
Las categorías son tan numerosas como las experiencias mismas y es por esa razón que también hay incontables alternativas para guardarlas.
Cajas, canastos, carpetas, álbumes y repisas, están a nuestra disposición para este propósito y el tipo de contenedor que escojamos depende solamente de nosotros mismos.
Sea cual sea nuestro estilo, una buena estrategia para lograr organizar nuestros recuerdos con éxito es:
- revisar los recuerdos que tenemos
- seleccionar los recuerdos que vale la pena guardar
- a partir de la selección, determinar las categorías apropiadas
- separar los recuerdos de acuerdo a la selección realizada
- buscar contenedores de buena calidad y resistentes, que sean apropiados a lo que guardaremos en ellos
- poner los recuerdos adentro!
Sin importar el tipo de recuerdo que queramos conservar, lo más importante es preservarlos en un lugar apropiado para darles la oportunidad de transportarnos, por tanto tiempo como sea posible, a ese lugar, año o experiencia que tanto apreciamos.