Durante el verano leí un libro en el que me llamó muchísimo la atención el amor e incluso la pasión que sentía el protagonista por la austeridad.
No era un libro de San Francisco de Asís (uno de los máximos exponentes de esta virtud al dejar todos los bienes materiales de lado y llevando una vida de una frugalidad extrema), sino de Julio César. ¿Quién lo diría?
Julio César que se caracterizó por ser un gran militar, conquistador y visionario, se enorgullecía de ser austero en su alimentación comiendo lo justo y necesario para mantenerse fuerte para combatir, pero siendo musculoso y delgado al igual que sus soldados.
Yo creo que eso me llamó muchísimo la atención porque la austeridad es una virtud que siempre me ha encantado y que creo es difícil de practicar no por ella misma, sino porque la mayoría de la gente tiene una concepción incompleta de ella.
Si bien la austeridad generalmente se tiende a relacionar sólo con la forma de gastar dinero (en años de crisis económica, frecuentemente oímos hablar de la austeridad fiscal) es una característica que va muchísimo más allá porque incide en todos los aspectos de nuestra vida. La austeridad nos lleva a enfrentar y vivir todos los aspectos de nuestra vida en forma simple, sin exageraciones ni extravagancias.
De este modo, esta virtud puede aplicarse a personas, cosas, espacios y situaciones. Por ejemplo, una persona puede llevar una vida austera al vestirse, comer y vivir una vida simple, sin excesos. Una persona puede ser austera en sus gastos, al comprar sólo lo que necesita. Un regalo puede ser austero al no ser extravagante. Una casa, departamento u oficina puede ser austera al estar decorada con lo necesario, en forma cómoda pero no exagerada.
En esta época en que comienzan las campañas de útiles escolares, el kilo, ropa deportiva, ropa de invierno, entre otras, puede ser una buena idea revisar lo que tenemos y tomar la decisión de desprendernos de lo que realmente no necesitamos.
Nunca es tarde para comenzar a llevar una vida más austera, más simple, más liviana. O, ¿crees que como diría Julio César "Alea jacta est" y en tu caso "la suerte ya está echada"?